miércoles, 12 de octubre de 2011

LOS JUEGOS DE ENVITE Y AZAR







¿ESTÁN PROHIBIDOS EN LA BIBLIA?
¿PUEDE UN CRISTIANO O UNA INSTITUCIÓN CRISTIANA UTILIZAR EL ENVITE Y EL AZAR PARA AUMENTAR SUS INGRESOS?
Muchas cosas en la Biblia no están prohibidas de una manera explícita o taxativa. Entendemos que hay asuntos que deben ser decididos por inferencia directa o indirecta de algún principio bíblico o de la conciencia cristiana del individuo y/o de un colectivo (iglesia local o nacional). El Apóstol Pablo les dijo a los hermanos de Corinto:
“Todas las cosas me son lícitas, más no todas convienen;  todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna”.  (1Co.6.12).
“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.Ninguno busque su propio bien, sino el del otro”. (1Co.10.23).
“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios;como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos”. (1Co.10.31-33).

Por ejemplo, la Biblia no manda “No fumes”, pero sabemos que ese acto daña a nuestro cuerpo, y la Biblia dice: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?  Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”  (1Co.3.16-17).
Premisa 1: Somos el templo de Dios.
Premisa 2: Dios destruye a los que destruyen el templo de Dios.
Conclusión: No debemos destruir el templo de Dios. De allí inferimos que no es conveniente fumar, porque destruye el templo de Dios y Dios destruye al que tal cosa hace. Lo mismo decimos de la mariguana y otras drogas.
En lo concerniente a los juegos de azar y apuestas, pienso que los que tratan de justificar su práctica diciendo que la Biblia no dice nada al respecto, están desconociendo este principio hermenéutico.
Ahora, profundicemos en el asunto.En la Biblia encontramos seis principios con los cuales chocan los cristianos que permiten o practican tales juegos: 1. Ser buenos mayordomos  2. El honor al trabajo, 3. Saber esperar en Dios, 4. La libertad espiritual, 5. Comunion Eclesiástica 6. El Señor, nuestro Proveedor
1         Ser buenos Mayordomos.  (1 Co. 4:2)
En cuanto a la mayordomía, somos responsables de actuar como correctos administradores de los bienes que Dios nos ha dado: Ahora bien, 2se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel”.Dios nos da los recursos para usarlos con sabiduría,  por lo tanto, no debemos tener gastos irresponsables ni derrochar nuestro capital en inversiones que no están seguras de recuperarse, ya que al entregar nuestro dinero para ello, no sabemos qué va a sucederporque las probabilidades en contra son gigantescas; tal es el caso de estos juegos. Por otro lado, el hecho de que una institución cristiana organice uno de estos eventos para recaudar fondos con el fin cubrir un presupuesto, habla de una mala planificación administrativa y de un desconocimiento de lo que Dios estableció para sostener su obra: diezmos y ofrendas del pueblo.   
2. El honor al trabajo.  (2 Te. 3:6-10)   
La ética cristiana nos enseña que el hombre debe ser justo en lo social. Los pobres anhelan incrementar su bienestar social, ellos ven estos juegos como una oportunidad de salir de la pobreza o de adquirir algún bien necesario y como estos juegos sólo exigen una pequeña inversión en la cual pueden participar, lo hacen esperanzados, y al hacerlo, son despojados de una parte importante de su capital. Debemos añadir, que Dios estableció que el trabajo esforzado y honesto es el medio para prosperar y adquirir los bienes necesarios: ¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará;No estará delante de los de baja condición.(Pr.22.29). Si a Dios le hubiese parecido moral o conveniente el azar para tal fin lo hubiese señalado en un mandamiento expreso. Además no es justo que cientos, miles o millones inviertan su dinero y solamente uno o unos pocos reciban ganancias, es decir, el que gana lo hace a costa de muchos perdedores. Los que organizan rifas, bingos y otros con el fin de adquirir recursos económicos para “la obra de Dios”, consientes o inconscientemente se están aprovechando del deseo que tienen los pobres de enriquecerse rápido, y se convierten, por su ignorancia, en explotadores de la pobreza como lo hacen las empresas de loterías.
 
3. Saber esperar en Dios.
La paciencia es una virtud espiritual del cristiano. (Lc. 21:19; He.6.1). El deseo de "obtener algo por nada" es la base psicológica fundamental donde se basan los participantes de estos juegos. El hecho de perder, por lo general, hace que el jugador quiera intentar de nuevo con la esperanza de que la próxima vez sea redimido financieramente. Las ganancias a menudo abren el apetito por las emociones y alientan a tomar riesgos cada vez mayores. Pero la Biblia nos enseña que la impaciencia nos aleja de la  prosperidad y de las bendiciones de Dios: Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir pobreza”. (Pr.28.22). Los bienes que se adquieren de prisa al principio, no serán al final bendecidos. (Pr.20.21).Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza”. (Pr.21.5).El ejercer la paciencia diligentemente desde el punto de vista económico requiere salirnos de la actitud y la cultura imperante a nuestro alrededor para comenzar a mirar la vida desde un punto de vista diferente. El problema que experimentamos es que las continuas dificultades económicashan promovido desde nuestra niñez una actitud del «ya y ahora».

                  4 La Libertad Espiritual. 1 Ti. 6:9-10.
Atenta también contra la libertad espiritual.Los juegos de azar, bien sea que  gane o  pierda, ponen en riesgo la vitalidad de la relación de la persona con Cristo.Para algunas personas, los juegos de azar se hacen compulsivos, se convierten en una adicción, que los puede llevar a descuidar a su familia, a ignorar sus responsabilidades e incluso a robar o a cometer otros crímenes para mantener su adicción.Los riesgos personales de los juegos de azar pueden ir más allá de la pérdida de dinero. Muchas personas han perdido el respeto de sí mismas, su libertad, sus familias, su trabajo, etc. Como es siempre el caso, la persona involucrada en la conducta incorrecta no es la única que sufre. Los hijos, el cónyuge, los amigos, los familiares y la sociedad en general pagan un precio enorme por los efectos negativos acumulativos de los juegos de azar. La Biblia nos advierte: “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. ( 1Ti. 6.9-10). Como cristianos no podemos permitir que se abran puertas para aquellos que están o estuvieron atados a tal esclavitud.    
5 La Comunión Eclesiástica.
Es un abuso dentro de lo que se conoce como la libertad cristiana.La Biblia nos instruye: Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano”.(1Co.8.13). Creemos que somos amonestados por la Palabra de Dios que si cualquier cosa que hagamos hace caer a nuestro hermano, debemos dejarlo.Tal es el caso de las loterías, bingos, apuestas y demás juegos de azar. La comunidad cristiana evangélica en Venezuela (y otros países) siempre ha considerado tales cosas como prácticas mundanas y contrarias a la vida cristiana.Como individuos tenemos cierto nivel de libertad en Cristo con relación a nuestros puntos de vista y nuestras prácticas personales. Pero al hacerlo, debemos tener cuidado de no tomar una decisión basada en nuestra libertad personal, con la cual pudiésemos hacer que otra persona se vea afectada
        6. Dios como nuestro proveedor. (Gn. 22:14).
Depender del azar indica que no confiamos en Dios como nuestro proveedor, aunque algunos “encomienden a Dios su jugada”. En el caso de los cristianos que rifan algo, donde son mil concursantes para ganar cinco premios, seguramente todos oran pidiendo a Dios que les premie, pero ¿será que sólo oyó a los cinco ganadores y no escuchó a los noventa y cinco perdedores? Dios nonos bendice a través del azar. Debemos conocer más de la Providencia Divina. Dios está por encima de la ley de las probabilidades, al estudiar el libro de Estherencontramos esa realidad: “Porque Amán hijo de Hamedata agagueo, enemigo de todos los judíos, había ideado contra los judíos un plan para destruirlos, y había echado Pur, que quiere decir suerte, para consumirlos y acabar con ellos. Más cuando Ester vino a la presencia del rey, él ordenó por carta que el perverso designio que aquél trazó contra los judíos, recayera sobre su cabeza, y que colgaran a él y a sus hijos en la horca” (Ester 9:24-25). Nuestra suerte fue echada en Cristo en la cruz del calvario: “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes”. (Lc.23.34). Dios es nuestro proveedor:  “Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá.  Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto”. (Gn.22.14). Por tu bondad, oh Dios, has provisto al pobre. (Sal. 68.10.b).Bendeciré abundantemente su provisión;a sus pobres saciaré de pan. (Sal.132.15). “En la casa del justo hay gran provisión;pero turbación en las ganancias del impío”.  Irónicamente, tanto el ganar como el perder nos puede llevar a ser cada vez más individualistas y a perder nuestra dependencia de Cristo. Se nos ha llamado para que reflejemos la luz y la verdad de Cristo en nuestra vida cotidiana. Debemos cuestionar toda práctica que nos evite vivir nuestra vida como testimonio al Señor, o que disminuya nuestra confianza plena en que Dios puede proveer nuestras necesidades diarias. Los juegos de azar son una de esas prácticas.
Espero que al estudiar estos principios, muchos sean edificados, y que crezcan en el conocimiento de Aquel que “…sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Heb.1.3), y quien es poderoso para proveernos todo “…conforme a sus riquezas en gloria” (Fil.4.19).
Bendiciones y éxito

¿Perdonar? o ¿excusar?







La práctica del perdón es fundamental dentro del vivir de la persona que se dice cristiana. La palabra perdón y sus relacionadas aparecen múltiples veces a lo largo del Antiguo y Nuevo Testamento. La base de nuestra relación con Dios es el perdón, pues sin ese acto de misericordia hacia nosotros por medio de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, nuestra relación con Dios sería imposible. Sabemos que Dios perdona absolutamente TODO. Pero para nosotros también es necesaria una vida de perdón hacia nosotros mismos y hacia los demás, si queremos crecer espiritualmente. Sin embargo, ¿estamos realmente perdonando? ¿O simplemente excusamos?

La pregunta es muy importante porque me parece que muchas veces, por falta de conocimiento, sustituimos el perdón por una excusa, y nos quedamos muy lejos de lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas. Para conocer la profundidad del perdón necesitamos ver qué significa ese acto sobrenatural que se origina en la Persona de Dios hacia la humanidad.

La Biblia dice que el alcance del perdón de Dios es total. Abarca cualquier tipo de ofensa. Para que haga falta perdonar, se necesita una falta, algo que se ha hecho mal. Y por supuesto un ofensor, y un ofendido. No se debe desligar la palabra perdón de la palabra pecado, pues al no existir falta alguna, no hay nada que perdonar. De hecho, mucha gente hoy en día dice que no tiene nada que perdonar, pues quien perdona es Dios, y dicen que ellos lo que hacen es disculpar. Pero esto no es lo que Dios dice. El Señor Jesucristo tiene varias exhortaciones hacia sus discípulos a perdonar a los demás. El Padrenuestro dice que

Dios nos perdona conforme nosotros perdonamos a quienes nos ofenden. El pecado o la falta generan una “deuda” hacia quien se ha ofendido. Es una deuda moral, por así decirlo. Se le ha faltado a alguien y se le debe pagar. Sabemos que nuestra deuda para con Dios es impagable, así que Dios mismo la pagó por nosotros, quedando libres de toda deuda u obligación para con Él. Lo que vivimos con Dios después de comprender ese hecho, lo vivimos con una gran alegría. Con la alegría de dos personas que no se tienen ningún tipo de deuda, que no se deben nada la una a la otra. Que pueden entonces ser amigos, tener una relación clara.

¿Pero y qué de nuestra deuda con los demás? ¿Cómo pagamos? ¿Cómo perdonar? ¿Cómo ser perdonados? La respuesta más obvia es pidiendo perdón. Cuando alguien es consciente de que ha ofendido a otra, lo natural es que esa persona se acerque a la que ha ofendido y le pida que le perdone. Se pide perdón porque se reconoce una ofensa, y porque además uno no puede pagarle de ninguna manera por una deuda moral a otro. Si le ofrecieran dinero por una ofensa moral, usted podría aceptar el dinero, pero igual quedaría ofendido. No se puede reparar ropa con clavos, por decirlo de alguna manera. Se debe reparar con el mismo material que se perdió. Si la falta, lo que se ha quitado, pertenece al reino de lo inmaterial, metafísico (no físico), pues la restitución ha de efectuarse en ese mismo ámbito.

Muy bien. Entonces, sabemos pedir perdón, y sabemos que deberíamos sentirnos mal cuando ofendemos al otro, pues eso asegura que la persona reciba nuestra palabra de perdón. Nuestra intención debe ser sincera. Pedir perdón debe ser un asunto serio. Si no siente uno la necesidad de acercarse a otro que ha ofendido, necesitamos preguntarnos qué nos pasa. Nuestro corazón no anda bien.

Ahora bien, ¿qué hacer cuando alguien nos pide perdón? Pues perdonarlo, por supuesto. Pero aquí tenemos un asunto importante también. ¿Cómo perdonamos? La Biblia nos dice que no tengamos ninguna deuda con nadie, excepto la de amarnos mutuamente. También nos dice que perdonemos de todo corazón (Mateo 18:35). Si la Biblia advierte sobre perdonar de todo corazón, es porque puede darse la situación de un perdón a medias, incompleto. Esto es muy frecuente.

Cuando perdonamos, necesitamos entender que debemos hacerlo de todo corazón para que nuestro corazón quede limpio. No se trata de la ofensa, ni siquiera se trata del ofensor o agresor. No tiene nada que ver con el hecho de que la persona que nos ha ofendido se merezca o no el perdón. Eso no nos corresponde a nosotros determinarlo, porque el artífice de cualquier perdón verdadero es Dios mismo, quien perdonó TODO a TODOS para siempre, con el fin de que CUALQUIERA que lo desee pueda acercarse a Él por medio de Jesucristo, el gran propiciador del perdón. Necesitamos perdonar para poder quitarnos de adentro el peso que significa pensar constantemente en la ofensa, en la manera de vengarnos, para dejar de “cuidarnos” de que no nos vuelvan a hacer lo mismo, para dejar de condenar al otro por sus actos, para dejar de “llevarle la cuenta” de sus faltas para con nosotros. Es a nosotros mismos a quienes cuidamos cuando ejercemos el perdón hacia los demás.

Se preguntarán ¿y qué de la justicia? Bueno la justicia de Dios con nosotros ha sido bastante “injusta” ¿no lo creen así? Imposibilitados de hacer nada por saldar nuestra deuda con Él, pues Él mismo decide darnos borrón y cuenta nueva, ¿qué tal? ¿No te parece un poco injusto para Él? A mí me parece que necesitamos calibrar mejor nuestro concepto de justicia para que coincida con el de Dios (Romanos 5:8).

Y continuamos preguntándonos ¿pero cómo perdonamos de todo corazón? Esa es la pregunta más importante. Y necesitamos responder siendo honestos para con nosotros mismos y para con Dios, pues no podemos hacerlo. Nosotros mismos con nuestras herramientas naturales de seres humanos no podemos. De hecho no queremos. Si tratamos y nos esforzamos, nos damos cuenta de que no podemos hacerlo. Es Dios mismo en nosotros quien puede hacerlo. Como todas las cosas que la Biblia nos dice que hagamos, es imposible perdonar verdaderamente, de todo corazón a cualquier persona sin que sea Él mismo, viviendo Su vida en nosotros quien lo haga.

Así que si te encuentras en ese lugar sin salida en el que te has dado cuenta de que no puedes perdonar a alguien por ti mismo, ¡felicidades! Dios estaba esperando a que llegaras a esa convicción para encontrarse contigo y decirte: Yo sí puedo hacerlo por ti. ¿Me dejas? Y si de manera sincera permites que Él lo haga, entonces de ti surgirá el perdón como un manantial, del que simplemente brota agua, porque para eso hizo Dios los manantiales. Así como nos ha hecho a nosotros para ser como Él es. Así de simple y de complejo a la vez.
Que Dios pueda siempre darnos convicción de nuestras faltas, y la valentía para admitir que sin Él no podemos hacer nada.
Bendiciones en toda paz, alegría y sabiduría de lo alto.


Miguel González
Médico siquiatra

La trampa del desánimo



La trampa del desánimo
Por Charles Stanley

“Vivir en el desánimo divide a la mente, haciendo difícil concentrarse en algo que no sea nuestro dolor”.
HABACUC 1.2 ¿Se siente usted atrapado por el desánimo? Si es así, no es el único. En algún momento, todos experimentamos algún tipo de desilusión. La frustración es la reacción inicial normal.

Pero si le permite que permanezca durante mucho tiempo, puede convertirse en desánimo. Cuando es así, no hay ninguna sensación de gozo o alegría, no importa lo que usted haga. Las circunstancias que desencadenan estas emociones pueden ser inevitables, pero nuestra manera de responder la decidimos nosotros.
Podemos dejar que la tristeza abrume nuestras almas, o enfrentar la situación con valentía y someterla a Aquel que puede ayudarnos. Vivir en el desánimo divide a la mente, haciendo difícil concentrarse en algo que no sea nuestro dolor. Entonces la ira se convierte en habitual, y buscamos a alguien a quien culpar —ya sea a Dios, a las personas a nuestro alrededor, o a nosotros mismos. La frustración que no se maneja bien puede convertirse en depresión, lo que a su vez puede alejarnos de los demás —la gente no disfruta de la compañía de alguien amargado y derrotado. Este aislamiento conduce a baja autoestima. Por último, podemos tomar decisiones equivocadas basadas en nuestras emociones, en vez de la verdad. Obviamente, elegir esta actitud autodestructiva no es lo que Dios quiere para nuestras vidas. Aunque todos enfrentaremos el desánimo, no debemos regodearnos en él. En vez de eso, Dios quiere que le confiemos todo, aun nuestras expectativas no satisfechas y las tristezas más profundas. Recuerde que hay un propósito divino en todo lo que Él permite que toque las vidas de sus hijos (Ro 8.28).
Cómo vencer el desánimo
Nehemías 2.1-8

El desánimo puede robar la paz, la alegría y el contentamiento. Pero le tengo una gran noticia si se siente desanimado: ¡usted no tiene que seguir así! He conocido personas que parecían estar en una situación irremediable. Pero unos años más tarde, estaban en una situación excelente, ya fuera en términos de sus circunstancias o de sus emociones. ¿La razón? Nunca se dieron por vencidas. En vez de entregarse a la autocompasión, optaron por creerle a Dios, dar un paso de fe, y salir del foso emocional.
Nehemías es un buen ejemplo. Tenía todas las razones para sentirse derrotado, pues su gente estaba en aprietos. Después de recibir la noticia de que el muro de la ciudad estaba destruido, este varón de Dios se sintió profundamente triste y desanimado. Y aunque el dolor inundaba su alma, clamó a Dios buscando su dirección. La tristeza en la presencia del rey se castigaba con la muerte. Pero el Señor contestó la oración de Nehemías con un poder grandioso, lo que llevó al rey a notar el semblante triste de su siervo, y a preguntarle después qué podía él hacer para ayudarlo. Este milagro dio lugar a la reconstrucción del muro y a la liberación del pueblo de Dios. El Señor puede tomar una situación irremediable, sea cual sea, y cambiarla de maneras mucho más maravillosas de lo que usted pueda imaginar.
¿Vive usted en una espera ansiosa de lo que el Señor hará? ¿O ha decidido permanecer en las profundidades de la desesperación? Al igual que Nehemías, convierta su desánimo en una petición de ayuda a Dios. Él puede renovar sus esperanzas y evitar que las emociones negativas dominen su vida.