viernes, 20 de abril de 2012

¡QUÉ VERGÜENZA, DIOS MÍO!




El mundo está todo desestabilizado. No es una novedad. Desde los tiempos del Antiguo Testamento hasta ahora, ha sido así. Hablamos en este caso del mundo racional representado por las personas, y cuyas manifestaciones no son más que el producto de una vida irredenta, alejada de Jesucristo, siempre proclive al pecado, como las enuncia el apóstol Pablo: ”…adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, , envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas…” (Gálatas 5:19-21) Para ese mundo esas cosas resultan naturales, pues: “…el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. (1ª. Cor. 2:14) Para quienes hemos sido redimidos del pecado, vivir y actuar según la corriente de ese mundo, significa un lamentable retroceso, un retorno a la naturaleza carnal.
Asombra la falta de espiritualidad de quienes dicen haber sido llamados a apacentar la grey de Dios. La evidencia de ese retroceso se nota en los efectos de su mente aún carnal, y es que proyectan un individualismo cuyas preferencias humanas revelan la incapacidad para reprimir las pasiones de su “viejo hombre” (Efesios 4:22), y sin temor alguno de contaminar el rebaño, vierten su veneno mortal sobre las congregaciones, precisamente en momentos cruciales para la vida de una nación que lo que necesita es ser ministrada mediante la oración, tal como lo ordena el apóstol Pablo de manera preferencial: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que tienen autoridad, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Esto es bueno y agradable delante de Dios…”  (1ª. Timoteo 2:1-4)
Contrario a ello, estas personas, en algunas de sus prédicas, sustituyen el mensaje del evangelio de salvación por un discurso mediante el cual casi incitan a los oyentes al desconocimiento e irrespeto a las autoridades establecidas, cuando éstas difieren de sus tendencias políticas, generando con ello fricción y malestar entre los creyentes, quienes acuden a las iglesias sedientos de recibir las enseñanzas de la palabra de Dios. Semejante conducta por parte de estos dirigentes no es más que carnalidad viva, cruda e irrefrenable. El pastor debe conducir a las ovejas a buenos pastos. Debe ir en defensa de la fe cristiana y no de intereses políticos o partidistas. No es eso lo que establece la Palabra de Dios. “Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste, y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos…”  (Romanos 13:1-6)
¿Se está enseñando al creyente a respetar a las autoridades, o a rebelarse contra ellas? ¿Se pretende desestabilizar a la iglesia sembrando cizaña entre el rebaño?