Por: Edinson
León Esquivel
(Pastor-Evangelista)
Nociones Preliminares
Tal vez el lector al revisar estas
líneas se imagine que voy a escribir sobre los aspectos musicales del culto
evangélico contemporáneo. Pero si continua leyendo podría llevarse una grata
sorpresa al notar que no es así. Uno de los temas menos predicado y menos
comprendido por la iglesia evangélica actual es el tema de la adoración como
pueblo de Dios. La mayor parte de opiniones y conceptos sobre la adoración son
muchas veces errados, estereotipados, superficiales y con poco contenido
bíblico. Si hiciéramos una encuesta a un grupo de hermanos preguntándoles:
¿Para que va Ud. los domingos a su iglesia? Posiblemente respondan de forma
variada, que van a adorar a Dios. Pero si les hiciéramos una segunda pregunta
diciendo: ¿Hermano y para Ud. Qué es Adoración? Probablemente obtengamos
diferentes respuestas. Allí está el quid del asunto, ¿Qué entendemos por
adoración? ¿Cual es la finalidad de la misma? En las siguientes líneas trataré
de hacer un examen somero al respecto.
En Juan Capítulo 4 tenemos
registrada una de las conversaciones más interesantes de toda la Biblia, se
trata de Jesús y una mujer samaritana que vino a sacar agua del pozo de Jacob,
lo interesante es que la conversación giró en torno al tema de la adoración vv.
20-24, básicamente por la disputa histórica y religiosa entre samaritanos y
judíos. Los primeros decían que el monte Gerizim en Samaria era el lugar
correcto donde se debe adorar, los judíos por su parte, decían que en Jerusalén
era el lugar de la presencia prometida de Dios, por tanto allí es donde se debe
adorar. Jesús previendo el futuro cercano le dijo a la mujer que el momento
había llegado cuando ni en Samaria ni en Jerusalén se adorará al Padre, no es
que estaba excluyendo éstos lugares, más bien estaba anticipándole a la mujer
que gracias a su obra redentora se abrirá el camino de la salvación y así
levantar un nuevo ejército de adoradores en todas partes del mundo. Luego en el
v. 23 Jesús hace una declaración muy pertinente: «Pero viene una hora, y ahora
es cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad,
porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren» (Biblia Textual)
¿Cómo adorarán al Padre? En espíritu
y en verdad, esa es la forma bíblica
en que se debe adorar. Tal vez el lector se preguntará ¿Significa eso que no
debemos usar imágenes en nuestra adoración? Aunque el uso de imágenes es
condenado en la Biblia, ese no es el sentido real del texto bíblico, nótese que
para Jesús el lugar no es tan importante como la calidad con que se adora. El
adorar en espíritu y en verdad es una adoración de calidad, es la que le gusta
al Padre, es la que tiene como base la verdad, es la que subyace en el interior
de cada creyente. La alusión al espíritu no se refiere al Espíritu Santo sino,
técnicamente es una referencia al ser interior de la persona. Y en el v. 24
dice la Escritura: «Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en
verdad es necesario que adoren» (Reina-Valera 1960) Nuevamente se repite la
expresión: «en espíritu y en verdad» es decir, que todos aquellos que se
caractericen por adorar de esa manera a Dios, son aquellos que realmente deben
adorar. La naturaleza esencial de Dios es espíritu, es decir carece de forma
corpórea, Dios no tiene brazos ni piernas, todo su ser es espíritu, de la misma
manera, quienes le adoren deben hacerlo espiritualmente. Hoy tan
superficialmente se entiende la adoración que quienes hablan de ella, piensan
se limita solamente a un par de horas al día o en todo caso como “parte de las
cosas que debo hacer hoy”. Nada tan lejos de la realidad y del texto bíblico.
Principios Bíblicos
que Debemos Considerar
Semánticamente adoración es la
acción de reverenciar con sumo honor, reverencia y respeto profundos a un ser
considerándolo como divino (Larousse:
Gran Consultor Práctico), puede tratarse de un ídolo o del único Dios vivo y
verdadero. Los seres humanos por ser
creados a imagen y semejanza de Dios sin excepción, tenemos la tendencia
natural de adorar algo, cuando nuestra vida está conducida por los lineamientos
rectos de la Palabra de Dios nuestra adoración será solamente para el Dios Todopoderoso,
Creador y Sustentador del universo, pero si nuestra vida está conducida por los
lineamientos de nuestro malvado corazón (Jer. 18:12) entonces seremos capaces
de adorar cualquier cosa animada o inanimada que excluya al Eterno Dios de los
cielos.
Dios es quien toma la iniciativa en
el tema de la adoración, por tanto es él quien dice cómo debemos adorarle. Eso
significa que en la Biblia tenemos todas las directrices necesarias y
suficientes para que todos los creyentes podamos adorar correctamente a Dios,
tanto individualmente desde nuestro lugar, como corporativamente en el culto. De
manera que la adoración nos coloca en una encrucijada inevitable, o bien
adoramos correctamente a Dios y hacemos que reciba con agrado nuestra ofrenda
delante de su altar o bien adoramos como a nosotros nos parezca mejor y
corremos el riesgo de ofenderlo profundamente por pretender ofrecer fuego
extraño en su altar. Un ejemplo notable acerca de esto está en Levítico 10
cuando los dos hijos de Aarón, Nadab y Abiú entraron a la presencia de Dios y
ofrecieron un fuego que Dios no les mandó. ¿Acaso tenía algo de malo ofrecer
fuego en la presencia de Dios? ¿Acaso el uso del incienso estaba prohibido por
Dios en su liturgia? La respuesta es no, sin embargo, había un problema, Dios
no había mandado ofrecer ese fuego. Entiéndase lo delicado que es para Dios el
tema de la adoración. En el Nuevo Pacto, quienes formamos parte del pueblo de
Dios y que diariamente estamos ante su presencia, debemos cuidarnos de no
ofrecer fuego extraño (heb. zarah,
derivado de la raíz zur que significa
desviarse, apartarse) pues estamos ante el mismo Dios quien no cambia (Mal.
3:6).
Otro asunto que debemos considerar
antes de continuar, es que solo en el Nuevo Testamento el verbo adorar, gr. proskunein y sus formas conjugadas solo
aparece 26 veces y ninguna vez tiene que ver con música. Esto debe ponernos en
alerta si hasta aquí hemos relacionado la adoración con la parte musical del
culto. En muchas iglesias, a quienes están encargados de la música se les llama
“adoradores” y no músicos. En otros casos el género musical determina si es
alabanza o adoración lo que se está cantando. En nuestras iglesias aun se piensa
que cuando el tono musical es rápido e incita al movimiento corporal y palmadas
de aplauso entonces se dice que eso es alabanza, pero cuando el tono es
melódico, suave o cadencioso entonces se dice que esa es una canción de
adoración. Ninguno de estos conceptos son respaldados por la Biblia, simplemente
son ideas que nosotros le hemos imprimido al culto creyendo erróneamente que
estamos en lo correcto. Por lo tanto amigo lector, el género musical no
determina nuestra forma de adorar a Dios, eso es imposible, los verdaderos
adoradores no están limitados por la música. Aunque la música es parte del
culto no es la razón del culto, solo Dios es nuestra razón de adoración.
Entonces ahora nos preguntamos ¿Si
adoración no es música, entonces cual es la diferencia entre alabanza y
adoración? Esto lo vamos a estudiar en la próxima sección.