jueves, 8 de diciembre de 2011


El apóstol Pablo y el derecho
“Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan”. (Hebreos 10:1).
El anterior versículo, tomado de la epístola escrita por el apóstol Pablo a los hebreos, comienza a ahondar en la explicación espiritual de la justificación por la fe. No obstante, en el presente texto buscamos aplicarla también a otros efectos, sin pretender entrar en la profunda interpretación exegética que requeriría un estudio más amplio y digno. Sencillamente, siguiendo la norma de que la Palabra de Dios es “espada de dos filos”, aplicaremos esta palabra inspiradora del autor del libro de los hebreos a otro supuesto de hecho, además del que el propio autor pretendió.
Como es sabido, el apóstol Pablo era un eminente jurista de la ley hebrea, instruido a los pies de Gamaliel (Hech. 22:3; 23:25-29) y es de esperar que tuviera influencia notable del propio derecho romano que conocía a la perfección, así como de las normas comunes del derecho de gentes aplicable para su época. Esto lo revela la magistral exposición que él hace en la epístola a los romanos tocante al respeto a las autoridades humanas (Rom. 13:1-7; Tito 3:1), así como la referencia a algunas figuras jurídicas de hoy día, como la herencia, la curatela (Gál. 4:1-2) el testamento (Hebreos 9:15-18), la esclavitud (Filem. 1:10-18; 1ª. Tim. 6:1-2),.el ejercicio de sus derechos como ciudadano romano (Hech. 16:35-39). Por ello es probable que aplicara la lógica legal para explicar mucho de la Palabra que le era dada.
En este sentido podríamos concluir, legalmente hablando, que la norma como tal no perfecciona a ningún individuo. Procura y busca hacer un mundo perfecto, ideal, que contrasta con las numerosas injusticias que suelen darse en la sociedad. Pero en el ámbito espiritual, esta perfección es lograda con Jesucristo en su acción redentora y justificadora como Hijo de Dios. En el plano legal específico, la perfección de las leyes humanas viene dada por los valores que detenta la persona a la que le es aplicada, es decir, el respeto que tenga por las leyes y por sus semejantes. De nada sirve por ejemplo, que haya normas que regulan las formas de conducir un vehículo, si las personas insisten en irrespetarlas. La Ley de Tránsito es letra muerta si las personas a las que busca regular y proteger no intentan seriamente respetarla, y son los funcionarios competentes los encargados de garantizar su cumplimiento con ética y pulcritud, así como en todas las normas que conforman nuestro ordenamiento jurídico.
Del mismo modo como en el plano espiritual se pide continuamente para que la justificación de Jesucristo esté presente en todos los actos día a día de sus hijos, ojalá también el Espíritu Santo guíe a los suyos y a toda la comunidad, a un verdadero respeto individual y colectivo de las normas de convivencia mínimas para una mejor ciudad, un mejor país, y con ocasión al ejemplo proporcionado anteriormente, también a mejores conductores de vehículos, mejores usuarios del transporte público, mejores servidores públicos, mejores padres, mejores hijos, mejores profesionales, estudiantes, amas de casa, obreros responsables que procuren cumplir sus labores terrenas, cualesquiera sean éstas, reflejando la transparencia y valores que se predica en las congregaciones.
Abog. Daniel David Fernández Fontaine