POEMAS


Para versos al Rey de reyes

Sin que ¡Oh, Cristo!
Ya no hay un dolor humano, que no sea mi dolor;
Ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia
Sin que yo me angustie y llore.
Ya mi corazón es lámpara fiel de todas las vigilias
    ¡Oh, Cristo!

En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser
Para encontrar algún odio, nadie puede herirme ya
Sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos,
   ¡Oh, Cristo!

¡Qué importan males o bienes! Para mí todos son bienes,
El rosal no tiene espinas. Para mí solo da rosas.
¿Rosas de pasión? Qué importa! Rosas de excelente esencia,
Purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros,
 ¡Oh, Cristo!
                                                                                      Amado Nervo



Si Tú me dices “¡Ven!”

Si Tú me dices “¡Ven!”, lo dejo todo.
No volveré siquiera la mirada
para mirar a la mujer amada…
Pero dímelo fuerte, de tal modo,

que tu voz, como toque de llamada,
vibre hasta el más íntimo recodo
del ser, levante el alma de su lodo
y hiera el corazón como una espada

Si Tú me dices “¡Ven!”, todo lo dejo,
llegaré a tu santuario casi viejo
y al fulgor de la luz crepuscular;

Más he de compensarte mi retardo,
difundiéndome, ¡Oh, Cristo!, ¡como un nardo
de  perfume sutil, ante tu Altar!
                                                      Amado Nervo


Para versos al Rey de reyes

Nada no produce más que nada

La carne no ha nacido de la roca,
Ni hay luz que haya nacido de las sombras,
Más, Dios siempre ha existido y nos asombra
Que todo lo ha creado con su boca.

Y Dios todo, lo ha hecho por Jesús.
Jesús, Hijo de Dios, que es su poder,
Poder que es el hacer de su querer,
Querer que es voluntad de aquella luz.

La vida, por amor, vino encarnada.
La nada nunca ha sido concebida.
La vida no ha surgido de la nada.

La vida sólo es hija de la vida.
Diseño inigualable es la creación.
¡Pues, Dios puso el latir del corazón!
                                                     
  Enrique Quiroz Castro


Te oigo en el Silencio de mi Alma

Cuando me siento sola,
angustiada y con temor,
acudo a ti en oración
y en actitud reverente.
Siento después el torrente
de mis lágrimas correr,
y mi alma renacer
contagiada de gran gozo
por el Cristo poderoso
que hace morada en mí Ser.

Cuando en las dificultades,
 En la prueba y dura aflicción,
siento henchir el corazón
de su presencia divina,
y sanando mis heridas
de bendiciones me llena.
Siento mi alma plena
 alegría y santa paz.
Y es que Cristo, en su bondad,
me da su amor y solaz.

Nunca me ha abandonado,
Corre presto está a mi clamor,
porque  mi Dios Redentor
me ama sinceramente.
Sólo Él es mi Roca Fuerte 
en la que me encuentro asida.
Es por eso que mi vida,
confiada y seguro está
y viviré en sus moradas
con Cristo en la Eternidad.

                                  Graciela Rojas D’Lima
                                                 -Décimas 2011-


Habita en mi alma el Rey de la Gloria

Habita en mi alma el Rey de la Gloria.
Su lecho ha buscado aquí en mi ser,
paredes de mi. El Dios de la historia
hoy me ha preferido con su paz y bien.

¡Oh, sí, yo lo sé!, y ¿a dónde camino,
si siento que Él late muy dentro de mí?
¿A dónde yo llevo al Dios de mi sino,
el de la esperanza, el del porvenir?

Por eso mis ojos brillan de consuelo;
por eso el mar se abre presuroso;
por eso mi causa espera en el cielo
al son de la música, trompeta de gozo.

Habita en mi alma el Rey de la Gloria.
y hoy mis vestidos ¿cuáles han de ser?
Porque yo soy templo de santa memoria,
y tras de mi puerta aguarda el poder.

En mi caminar, a veces cansado,
a veces con rumbo de gran desazón.
Yo sé que el Eterno habita a mi lado,
y me dará fuerzas, me dará el valor.

Por eso le sirvo, por eso le amo;
por eso su gloria es mi gozo sin par.
Por eso sonrío al sentir su mano
tan cándida y tierna, que guía mi andar.

                                
  Marilyn  Usuamintiaga  Horta
                                                -Cubana-


SONETO AL CRUCIFICADO

Muere Jesús, del Gólgota, en la cumbre
con amor, perdonando al que le hería.
Siente deshecho el corazón, María,
del dolor, en la inmensa pesadumbre.

Se aleja con pavor la muchedumbre
cumplida ya la Santa Profecía.
Tiembla la tierra, el iluminar del día
cegando a tal horror, pierde su lumbre.

Se abren las tumbas, se desgarra el velo,
y a impulsos de un amor grande y fecundo,
parece  estar la cruz, signo de duelo,

cerrando augusta con el pie, el profundo.
Con la excelsa cabeza abriendo el cielo,
y  con los brazos, abarcando al mundo.

                      Antonio Almendros Aguilar

NEGLIGENCIA (Soneto)


Yace inerme,en escuálida postura,
una oveja, su sangre corre a prisa
por el áspero suelo en el que pisa
un rebaño deshecho en amargura.

No hay pastor, todas salen con premura,
y atisbando, solícitas, la herida,
se concentran en torno a la dolida
prodigándole mimos y ternura.

Descuidado quedó el aprisco santo,
penetró sigiloso el lobo hambriento
y al rebaño sumió en consternación...

Pero al cielo llegó el ahogado llanto
de la oveja, afligida y sin aliento,
que movió de Jesús el corazón.

 Daniel Fernández Medina
-Perfume de mi Alabastro-


EL LLANTO DE JESÚS


A solas, meditando,
el Maestro lloraba.
¿Qué cosa al Nazareno
su alma angustiaba?

¿Por qué si de Dios era
el Hijo predilecto
lloraba amargamete
con tanto sentimiento?

Nosotros, como humanos
que somos, aquí estamos
sujetos a pasiones.

Nuestro ser se deprime,
y luego la tristeza
invade los senderos
por donde antes, sonriente,
llegaba la alegría
desbordante, a torrentes,
nuestra alma a consolar.

Más, llega el refrigerio
al influjo divino
de la voz de un camino
muy pronto a comenzar...

El motivo no alcanzo
jamás a comprender,
pero Jesús lloraba
lágrimas, a granel...

¿Sería temor, acaso,
o enfermo, quizás?
¿Triste, desesperado?
¿Solo? ¿Desamparado...?

Tal vez... porque en su alma
llevaba mi pecado,
mis culpas, mis dolores,
angustias, sin sabores...
y en el Calvario, todas,
Jesucristo cargó...

Sí... por mí, allí en temblores,
lloraba el buen Mesías,
para darme alegría
y paz, en mis temores.

Daniel Fernández Medina
-Perfume de mi Alabastro-


EN TUS PASOS

En el vaivén inmenso del iracundo mar
de tempestuosas olas y estruendosa voz.
Luchando, ya sin fuerzas, y en desmayo fatal,
sentí sobre mis hombros la mano del Señor.

Muy quedo oí la voz llamando tiernamente.
¡Tuve temor de Tí, Señor, lo he confesado!
Más solo Tú que sabes hablarnos dulcemente,
musitaste a mi alma: "No temas, hijo amado".

Me condujo a la sombra de un oscuro desierto
donde mi alma angustiada clamaba en agonía.
Llevó luego mi espíritu a un doloroso huerto:
¡Oh... terrible soledad! ¡Más yo no le veía!

Me cansaba el camino, y me parecía duro,
pero dije en mi amarga y en mi angustiosa pena:
¿A quién iré, Señor, si sólo tienes Tú
Palabras de las cuales fluye la vida eterna?

Daniel Fernández Medina
-Perfumede mi Alabastro-

 

 

TEMPESTAD Y BONANZA (GLOSA)


 "Jehova, oye mi ruego,
inclina tu oído a mí.
En el día de mi angustia,
venga mi camor a Tí"
                                                 

 De las dudas y el temor
 cuando muy cerca me encuentro,
 y el enemigo atormenta
 mi corazón con dolor.
Cuando de Cristo el Señor
su tierna voz oir puedo,
en perfecta paz me quedo
alabando al Trino Dios,
porque en su infinito amor,
JEHOVÁ OYE MI RUEGO.

Cuando en la horrible tormenta
en que se agita la vida
y allí mi débil barquilla
se mueve, ya vacilante,
resistiré a cada instante
porque Tú estarás por mí,
y como mi alma afligí
con oración prolongada,
diré con voz quebrantada:
INCLINA TU OÍDO A MÍ.

Cuando el temor acrecienta
angustiando al corazón,
y con sincera oración
a Cristo nos dirigimos.
Cuando pronto recibimos
de nuestro Dios paz augusta,
y el temor no nos asusta,
con alegría decimos:
"¡El Señor mi ruego ha oído
EN EL DÍA DE MI ANGUSTIA!".

Cuando ya mi fuerza expira
y mi espíritu desmaya.
Cuando ya mi lengua calla
y en mi boca se halla presa.
"¡Señor! -grito- ¡Fortaleza!
"!Con tu sangre carmesí
 acércame más a Tí,
Mi alma sin Tí nada vale,
pero aunque sea un miserable:
¡VENGA MI CLAMOR A TÍ!"

Daniel Fernández Medina
-Perfume de mi alabastro-

MARÍA EN CINTA DE DIOS

En tu sangre de río que bordea
las vertientes del pan de la mañana,
viaja Dios, como viaja la campana
cuando la brisa grave la voltea.

Un balido terrestre te rodea
con pequeño calor de tibia lana,
y en tu seno la dulce leche mana
con un sabor de luna y miel hebrea.

Vas, hermosa de estrellas, hasta el sueño,
hasta el secreto débil de la risa,
y es más saliente el pino, el buey más tardo.

Esta noche el lucero es más risueño
y tú llevas al Dios de la sonrisa
prendido a la cintura, como un nardo.

                                           Ney Himiob


MARTA Y MARÍA

María, sus plantas llagadas ungía,
y como en un éxtasis su palabra oía;
ungüento de nardos en sus pies ponía;
su alma, cual místico cirio, se encendía.

La clara palabra del Rabí manaba
cual límpida fuente de amor y de bien;
la extasiada virgen, soñando, miraba
las doradas cúpulas de Jerusalén.

El dulce maestro, de guedejas blondas,
sabía decirle palabras muy bellas,
palabras tan suaves, tan blancas, tan hondas,
igual que si fuesen jazmines y estrellas.

Limpia, cual la plata, Marta, la hacendosa,
cuida de su humilde fogaril de aldea;
María, la bíblica virgen pudorosa,
bebe de los labios del Rabí, la idea.

Marta, la hogareña, le dice: -Rabí,
mi hermana me deja por oirte a Tí;
yo lavo la ropa y adobo el yantar,
y ella solo hace soñar, y soñar.

La voz del Maestro le responde así:
-María me ha visto dar vida a los muertos
y tiene, al prodigio, los ojos abiertos;
mientras tú te afanas y estás distraída;
ella escucha el ritmo de la eterna vida...-

Las vírgenes bíblicas le oyen con amor,
ungüento de nardos le dan al Señor;
las aves del campo le escuchan también.
Palpita el crepúsculo como un corazón,
y se oye a lo lejos la lenta oración
de las sinagogas de Jerusalén.
                                         
                                   -Emilio Carrere- 


TE AMO, SIRVO, Y RUEGO

Yo te amo, Señor, pero hay momentos
que esta carne me acosa en lucha fiera.
Me entorpece, perturba mi carrera,
y desmayo en tristezas y lamentos.

Yo te sirvo, Señor, porque lo siento;
porque quise agradarte en gran manera
dese aquella mañana en que viniera
a tus pies, destrozado y sin aliento.

Y te ruego, Señor, porque este mundo
de egoístas pasiones, no deprima
ni aniquile mi fuerza y voluntad;

porque hay muchos que allá en tétrica sima
que son presa de angustia y mal profundo
y les quiero anunciar de tu verdad.

 Daniel Fernández Medina
 "Perfume de mi Alabastro"

 

 EL BUEN PASTOR

Hay presagios de recia tempestad,
el temor se propaga en la espesura;
el aprisco está envuelto en amargura,
y el rebaño en terrible soledad.

Hay lamentos de angustia y de ansiedad,
saturados de lánguida risteza,
cuando en garra feroz la oveja, presa,
se debate pidiendo libertad.

Pero sólo Jesús, en lucha cruenta,
su espada y su poder valiente esgrime
y al cordero termina liberando.

Viene herido también, pero cantando,
trae en hombros la oveja que redime
y da paz al rebaño que apacienta.

Daniel Fernández Medina
"Perfume de mi Alabastro"

 

 QUIEN ESTÉ LIMPIO DE CULPA

Más alege y jovial mi lira fuera
si no hurgaran los hombres mi pasado;
si supieran que Tú ya has perdonado
los errores con que antes te ofendiera.

Que tu Espíritu Santo yo quiosiera
les llevara al lugar donde borrado
para siempre, y más nunca recordado,
sepultaste el pecado que me hiriera.

Pero... ¡cuándo podrá el creyente tierno
comprender tu sin par misericordia
que en raudaes de amor al mundo llena...!

...y ¡cómo concebir que del infierno,
de una turba erizada de discordia,
perdonaste a la pobre Magdalena!

Daniel Fernández Medina
"Perfume de mi Alabastro"

SIEMPRE ES MEJOR AMAR

Yo voy por mi camino sembrando solo amor;
no hay tiempo para el odio que es monstruo destructor.
No más que una vida aquí yo he de vivir
y debo aprovecharla: amar es mi sentir.

¿Qué gano con odiar? ¿Qué gano con herir?
el mal que a otros haga también lo he de sufrir.
Mejor es que padezca amando a los demás;
si otro hace la guerra, yo debo hacer la paz.

El odio es fuerza negra que solo da dolor;
odiar no es cosa buena, amar es lo mejor.
Bien sé que no es fácil amar al que hace el mal;
debemos, sin embargo, luchar por un ideal.

Amar al que me ama es algo natural;
amar al que me odia es chispa divinal.
Servir al que es mi amigo es íntimo deber;
servir a mi enemigo, en Dios lo puedo hacer.

De todas las victorias ninguna es superior;
a esta de sembrar, no odio, sino amor;
por eso, aunque me cueste, yo debo proseguir
amando como Cristo, en mi fugaz vivir.

Adolfo Robleto

 ANDANDO Y LLORANDO

¡Cuán falaz es el mundo, Señor, tanto,
que a mi alma la invade cruel tormento.
¡Oh, qué horriblee suplicio! ¡cómo siento
desgarradas las alas de mi canto!

Mi camino hacia Tí riego con llanto
y mis lóbregas noches con lamento.
Mis sollozos cabalgan sobre el viento
y me acechan la angustia y el quebranto...

...Pero el Dios a quien sirvo, todavía
me sostiene y me siento bendecido
cuando pienso en su brazo bienhechor...

...Al instante me invade la alegría
 y se torna mi rostro agradecido
con raudales que brotan de su amor.

Daniel Fernández Medina
"Perfume de mi Alabastro