martes, 29 de noviembre de 2011

DIOS Y SU SOBERANÍA SOBRE LOS REINOS DE LA TIERRA


Desde que Dios creó al hombre, hasta nuestros días, él siempre ha mantenido autoridad y dominio sobre los gobiernos que los hombres han establecido en la tierra en sus diferentes formas y sistemas; llámese imperios, monarquías o cualquier tipo de gobierno establecido por el hombre. Si el hombre no hubiera pecado, Dios ejercería de manera directa su soberanía sobre el gobierno de los hombres, pero como dice el apóstol Pablo: “pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y  su necio corazón fue entenebrecido”. De manera, que Dios ahora ejerce de forma indirecta, la administración de los gobiernos de la tierra, por medio de soberanías designadas.
El salmo (103: 19) dice : “Jehová estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos” (Dn 4: 17, 25, 32) es más explicito aun …. “ para que reconozcan los vivientes que el altísimo gobierna el reino el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres “. Dios, aunque tiene absoluta autoridad, puede ejercer esta soberanía por medio de individuos que son como causas secundarias; de manera, que Dios puede obrar soberanamente a través de los hombres, para llevar a cabo sus planes, y aunque ignoren que están siendo un instrumento de Dios para cumplir un propósito, no obstante la voluntad de Dios es ejecutada: Las siguientes citas bíblicas ilustran de manera muy clara lo predicho (Jer 25: 8-12; 27: 4-8). .Dios también puede ejercer su soberanía, mediante la intervención directa sobre la autoridad de los hombres, a través de señales. (Ex  7: 3,4)  “Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas y Faraón no os oirá….”  Faraón no estaba consciente, que era un instrumento de Dios para cumplir un plan, que ya había sido trazado por Dios varios siglos antes, cuando le dijo a  Abraham : ….ten por cierto, que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años”  (Gen 15: 13; Ex 1: 6-14 ).
Otro caso que a que hace referencia la Biblia, es el de Ciro, fundador del imperio Persa, ya el profeta Isaías, había profetizado acerca de él (Is 44:28; 45:1-6) y Ciro no estaba enterado, que él era el siervo que Dios escogería para liberar el pueblo de Israel y reedificar el templo; y lo llama por su nombre, y esa profecía había sido escrita unos ciento sesenta años antes del nacimiento de Ciro, quien debió haberse enterado por medio del profeta Daniel, quien leyó las profecías de Jeremías (Jer 25:10; Dn 9:2) ; ese acontecimiento llevó a decretar la liberación de los judíos y su retorno a Jerusalén
(Esd 1: 1-2).
También, vale la pena mencionar el acontecimiento histórico ocurrido en mayo de 1948, relacionado con el nacimiento del estado de Israel; los judíos, debido a su desobediencia, al abandonar el culto a Jehová y entregarse a la idolatría, Dios levantó contra ellos a varios imperios tales como Babilonia, los Persas, Griegos y Romanos, todo esto contribuyó a su dispersión (diáspora) por todo el mundo. Pero Dios, a través del profeta Ezequiel les prometió, que les traería nuevamente a su tierra (Ez 36:24) . fue en mayo de 1948, cuando el gobierno Británico, que para ese entonces tenía el control sobre el territorio judío, y una ves que se cumple con la declaración de Las Naciones Unidas: nace el Estado de Israel; pero ninguno de  los organismos involucrados en este acontecimiento histórico, posiblemente no sabían que estaban una profecía que había sido escrita aproximadamente unos tres mil años antes.
La palabra de Dios se cumple dentro del tiempo (kairos) establecido por Él. Si Cristo prometió el traslado de su Iglesia, para luego establecer su gobierno aquí en la tierra, mantengamos viva nuestra fe y recordemos lo que dice en  (Ap 22:20). “Ciertamente vengo en breve”…. Y el apóstol Pedro dijo: “...no ignoréis que para el Señor, un día es como mil años y mil años como un día” (2P 3:8 )



Joel A. Fernández Medina

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